martes, 26 de agosto de 2014

Escucha, pequeño hombrecito de Reich, Wilhelm





Reseña
Escucha, pequeño hombrecito no es un documento científico sino un documento humano.
 
Fue redactado en el verano de 1947 por los archivos del Instituto Orgónico y no estaba destinado a publicarse. Es el resultado de tempestades y luchas interiores de un hombre de ciencia y médico que ha observado durante decenios, primeramente como ingenuo espectador, después con asombro y por fin con horror, lo que el hombre de la calle se inflinge a sí mismo, como sufre y se revuelve, como admira a sus enemigos y asesina a sus amigos; como en el mismo momento en el que accede al poder asumiendo la función de representante del pueblo abusa de su poder y actúa peor de lo que antes tuvo que sufrir debido a ciertos sádicos de clases superiores.
 
Estas conversaciones dirigidas al «pequeño hombre» son la replica silenciosa al comadreo y la calumnia.
Es necesario que el hombre de la calle aprenda lo que pasa en un laboratorio de investigación, que sepa cómo lo ven los ojos de un psiquiatra experimentado. 
Debe tomar contacto con la realidad, pues ésta es la única capaz de contrarrestar su perjudicial anhelo de autoridad. Debe darse cuenta de la responsabilidad que asume cuando trabaja, ama, odia o se entrega al chisme. 
Debe saber cómo se puede convertir en fascista, ya sea de la variedad roja o negra. Es imprescindible que quien luche por salvar vidas y por la protección de sus hijos o nuestros futuros hijos (que son nuestra única esperanza) debe ser tan adversario del fascista rojo como del negro. El fascismo es una ideología que surgió en Europa, entre las guerras.
Después de leer el libro, en la actualidad yo lo asocio con todos los problemas que en la actualidad estamos enfrentando, desde los problemas políticos y sociales, hasta los que tienen que ver con la salud, las catástrofes naturales, provocadas por nosotros mismo, por lo que el autor refiere como orgón, por nuestras energías y aptitudes que tenemos ante la vida misma. Este libro nos hace recapacitar, lo lejos que estamos de aquellos idealistas, que por un sueño cambiaron nuestra forma de vivir la vida, los que lucharon por un mundo mejor, los que escucharon precisamente a ese pequeño hombrecito, que todos llevamos dentro, a ese mismo que muchas veces callamos y no negamos a escuchar, por ideologías y corrientes políticas

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